viernes, 29 de octubre de 2010

Lógica Andina

Venta.

En Bolivia todo el mundo regatea. Menos en el supermercado, se regatea hasta en las tiendas de ropa, por eso no han llegado las técnicas de márketing de "todo a 99" o cosas así. Por supuesto, el precio ya se pone pensando en la rebaja. Además, hay técnicas de venta locales dignas de estudio:

i) Mercado de frutas del viernes, que se mueve cada día a un lugar. Evidentemente, el que va es que es del barrio y además le gustan esas cosas. Después de comprar el equivalente a 17 euros, al pedir una bolsa, te cobran medio, por la bolsa, para que te puedas llevar la compra cómodo (las bolsas que dan normalmente no tienen asas).

ii) Mercado callejero de lo que sea. Se pregunta el precio del elemento en general, X, se busca, se prueba (si te dejan tocar, pues hay quien te pregunta si vas a comprar antes de que mires, para atenderte o no), y cuando vas a pagar, te dicen "justo ese es 2X".

iii) Restaurante en zona residencial y no turística. Sábado por la noche y vacío. Mientras cenas, alguien hace como que canta 3 ó 4 canciones a la guitarra. Cuando vas a pagar, te dice el camarero que el dueño pide 20 pesos por la música, que no has pedido, te ha molestado y no estaba anunciada.

iv) Taxis: antes de subirte, te preguntan el destino (si es que se paran si vas solo), y si no les conviene, o el precio que les ofreces no les gusta, siguen, aunque no haya nadie a la vista en toda la calle.

¿Y mañana? Mañana será otro día. Hoy, según el sapo, la pedrada.


Preguntas.

Nadie sabe nada. Nadie ha visto nada. Nadie conoce nada. Si se busca una calle, con un número concreto, se puede estar preguntando varias veces por la zona. Respuesta larga: no sé. La corta: mmmm. Al cabo de un rato ves que estás en la calle que buscas, y al lado del lugar concreto.

Mercados grandes, donde se vende de todo. Si se pregunta por el aseo tienes dos opciones. Respuesta larga: por allá (lo más parecido es un locutorio). Corta: mmmm.


Turismo.

Vaya a donde uno vaya, no va a visitar lo que quiere, sino lo que le dejan. Lo habitual es la escena siguiente: llegar al hotel, preguntar por las atracciones del lugar, y recibir la respuesta corta, o, como mucho, un folleto.
Va uno a Turismo, le asignan un guía, se le pide dónde se quiere ir y te dice que no se puede, que está cerrado, o lejos, o es tarde.
Al volver al hotel, se comenta con la recepción que no se ha visto lo deseado, sino otro lugar, y entonces te dicen: "Ah, pero... si está al lado nomás, y ayer estuve yo."

Viajando.

Va uno en coche, y en el peaje de la ciudad que sea, dices que quieres ir a un pueblo. Te mandan en una dirección que no te suena y en el papel del ticket apuntan en nombre del lugar que has dicho. Después de otros dos peajes (de carretera casi sin asfalto), y preguntar en cada uno, te cruzas (por fin), con un vehículo de frente. Se le para, se pregunta, y te has pasado 80 kilómetros (que son unas dos horas). Cuando vuelves a los peajes, te dicen que en el papel les pareció ver otra cosa, y cuando dices que les has dicho el nombre: respuesta corta.

Gastronomía.

La gastronomía local es típica de interior, con carnes sazonadas, picantes, y pescados de río. Lo interesante no es eso, sino que la espera media, en lugares buenos, ronda los 45 minutos. Y si vas a protestar al camarero, el amigo local te dice que te calles, que sino te pueden traer algo malo, otra cosa, o todavía hacerte esperar más.


Lógica 2: cuando llegué, me decían, "Ah, eres español, ostias", imitando el acento español. Y yo pensaba que se habían encontrado con gente muy malhablada...

miércoles, 20 de octubre de 2010

Potosí III

La visita a la mina es una de las cosas más espectaculares que pueden realizarse. No en Potosí, sino en el país. El primer contraste es los relativos medios de seguridad con los que se cuenta, que sin embargo son mejores que los que tienen los mineros. El segundo, es pensar cómo se realizaría esta visita en la Europa fóbica de hoy.



La entrada a la mina. En el arco de entrada, el mismo desde hace cientos de años, se puede ver restos de los rituales precristianos que todavía realizan los mineros, para calmar a los espíritus de la mina. Sí, es sangre, de llama.





La mina está gobernada por una dualidad en lucha perpetua: por un lado, el cristo de los mineros (al fondo en la foto, me costó poder tomarla); por otro el "tío" o diablo de la mina, que hay que aplacar para poder sacar el mineral a la tierra. En origen el "tío" era el dios de la mina, pero como en las lenguas derivadas del pukina (quechua, aymara) la "d" no se podía pronunciar, se convirtió en tío.
Estos mineros comentaron que al tío le hablaban de tú a tú, como compañeros que eran; solo respetaban al cristo de los mineros. Por supuesto, este cristo es diferente de los otros cristos. Este es para ellos.




Sin embargo, el Tío sí recibe rituales. En esta representación se ven los elementos mágicos fundamentales: tabaco, para que fume; hoja de coca, por la pachamama; y alcohol de 96 para que beba y en el miembro viril.


La mina, iluminada con flash. Solo con la lampara de la cabeza no se vería nada en la foto. Lo principal para sobrevivir dentro son el olfato y el oído. Cuando se camina por dentro se huelen diferentes elementos: azufre, que hay en las paredes; gas de las conducciones (algunas se abren y hay que pasar corriendo bajo el aire caliente a presión); nitroglicerina de la barrena. El oído te indica dónde se está barrenando y a qué distancia. El tacto te confirma la distancia, pues retumba el túnel.



¿Peligrosa la mina? Todo es relativo. Este grupo de amables cholitas indígenas y campesinos comenzó ese mismo día la segunda pequeña movilización en la ciudad (la víspera estaba bloqueada, por lo que tuvimos que entrar en la noche, en un autobús sin calefactor, donde entraba el aire de fuera a varios grados bajo cero; con las maletas en la baca entre sacos atadas con una cuerda). Al día siguiente se pudo salir y llegar a Sucre. Al otro día empezó una huelga salvaje en Potosí, por 19 días, en la que nadie pudo entrar o salir de la ciudad, hubo escasez de alimentos básicos y varios grupos hicieron huelga de hambre (a destacar: niños de colegios y las prostitutas locales). Sin embargo, cuentan que los turistas sin enfermedades ni prisa disfrutaron bastante y hubo quien aprendió a tocar la guitarra en las farras que se organizaban en la noche.



Potosí II

Potosí era una ciudad muy rica, como hemos descrito, y queda patente en los restos de su arquitectura colonial. Las casas presentan balcones a la calle con cierta estética, y los edificios estaban pintados de colores. Esta circunstancia constrasta con la vecina Sucre, donde vivían los dueños de los ingenios, que es totalmente blanca y se encala anualmente, como veremos más adelante.





Bolivia sigue manteniendo en su estructura urbana el antiguo sistema gremial, que en España da nombre a calles en cada ciudad. En Potosí es bastante evidente (sigue tras el camión, pero el atasco era importante).




La única leyenda viva que se mantiene en Potosí es que el Cerro Rico tiene tres vetas de plata, de las que solo se explotaron dos. No hay ningún estudio geológico que lo sostenga, ni ha entrado ningún ingeniero en la mina (aparte de como turista). Sin embargo, se siguen vendiendo derechos de explotación que se compran por pareja de mineros. Se sigue contando que hay quien, aunque sea con el estaño, se hizo rico de la noche a la mañana.


Potosí es una ciudad que vive por y para la mina, y la tenencia de dinamita es perfectamente legal. Cerca de la entrada de la mina está el mercado de los mineros. Se venden refrescos, que los turistas llevamos a los mineros como agradecimiento por su hospitalidad; tabaco negro sin filtro, para fumar dentro y para los rituales al "Tío; alcohol de 96, para beber dentro y para los mismos rituales; y dinamita y nitrato, que se puede adquirir libremente.
en la foto, los cilindros de cartón son la dinamita, las bolsas rosas el nitrato para aumentar la explosión, y la bolsa verde la hoja de coca para trabajar dentro. Un minero no come en la mina, únicamente acullica, hasta 400 hojas. La hoja de coca quita el apetito además de controlar el soroche, y se vuelve amarga a las 4 horas, señalando el descanso de media mañana.

Un cartucho de dinamita con la mecha colocada.

Algo más peligroso que un mono con una cuchilla...


miércoles, 13 de octubre de 2010

Potosí I



"Vale un Potosí" sigue siendo hoy expresión conocida, y memoria de uno de los grandes mitos de la historia en general y de Bolivia en particular.

Potosí es una ciudad en el altiplano boliviano, al sur del país. Tiene una altitud media de más de 4000 metros, siendo la segunda ciudad más alta del planeta (ciudad en sentido estricto). A pesar de esta circunstancia, el número de habitantes es de unos 200.000.

Potosí se encuentra en la falda de una de las principales huacas (montañas sagradas) del país: el Cerro Rico o Sumaq Orcko. Esta huaca fue durante muchos años la mina de plata más importante del mundo, de donde nace el mito, que empieza ya antes del descubrimiento en sí mismo.

Se dice que los incas conocían la existencia de plata en el cerro, pero que la montaña les habló, y con una fuerte explosión (de donde viene el nombre Potosí), les dijo que debían respetar el cerro "para los que vinieran después". Esta leyenda entronca con el hecho de que en el imperio maya se estuviera esperando la llegada por mar de unos hombres con barba.

También se cuenta que el descubrimiento fue accidental: una persona perdida encendió una hoguera en la falda de la montaña; siendo esta tan rica en plata, comenzaron a ver hilos de este metal precioso correr por la ladera, pues estaba a flor de tierra. Este descubrimiento se realizó en 1545.

En 1610, la ciudad era más grande que Sevilla, Londres o París, y se disputaba con Nápoles (española a la sazón) el título de la ciudad más grande del mundo. Entre finales del siglo XVI y principios del XVII Potosí contaba con 36 espléndidas iglesias, las mismas casas de juego, 14 escuelas de baile (flamenco en su mayoría), 800 tahúres profesionales y 120 damas de compañía famosísimas.

A partir de 1650 comenzó el declive de la población, que se salvó de ser un pueblo fantasma por la aparición del estaño.

Entre las leyendas de la ciudad y la mina se cuenta que 8 millones de personas murieron en la explotación de la plata, y que con la plata obtenida se podía hacer un puente que llegara de América a Europa. Ambas afirmaciones son, evidentemente, mitos.

En todo caso, es necesario recordar que la Real Academia de la Lengua recoge la afirmación "Te quiero un Potosí", y que la fama de la ciudad fue tal que se adoptó el nombre para otras ciudades americanas, en México y Estados Unidos de América.
El Cerro Rico de Potosí, formado por el Cerro grande y el Cerro chico (no, no es el cabezón de primer plano: detrás).
La Casa de la Moneda, donde se acuñaba la moneda imperial, en plata pura de primera ley.

La casa de la moneda en su interior, con el famoso mascarón, colocado en el siglo XIX y del que nadie tiene una explicación de su sentido.






viernes, 8 de octubre de 2010

Está escrito I

¡Esto es Marketing y lo demás tonterías!
Tecnología punta.


Ante todo, sinceridad.