jueves, 23 de septiembre de 2010

Salar de Uyuni III

El hombre de estos campos que incendia los pinares
y su despojo aguarda como botín de guerra,
antaño hubo raído los negros encinares,
talado los robustos robledos de la sierra.
Hoy ve a sus pobres hijos huyendo de sus lares;
la tempestad llevarse los limos de la tierra
por los sagrados ríos hacia los anchos mares;
y en páramos malditos trabaja, sufre y yerra.
Es hijo de una estirpe de rudos caminantes,
pastores que conducen sus hordas de merinos
a Extremadura fértil, rebaños trashumantes
que mancha el polvo y dora el sol de los caminos.
Pequeño, ágil, sufrido, los ojos de hombre astuto,
hundidos, recelosos, movibles; y trazadas
cual arco de ballesta, en el semblante enjuto
de pómulos salientes, las cejas muy pobladas.
Abunda el hombre malo del campo y de la aldea,
capaz de insanos vicios y crímenes bestiales,
que bajo el pardo sayo esconde un alma fea,
esclava de los siete pecados capitales.
Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza,
guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;
ni para su infortunio ni goza su riqueza;
le hieren y acongojan fortuna y malandanza.
El numen de estos campos es sanguinario y fiero:
al declinar la tarde, sobre el remoto alcor,
veréis agigantarse la forma de un arquero,
la forma de un inmenso centauro flechador.

Veréis llanuras bélicas y páramos de asceta
—no fue por estos campos el bíblico jardín—:
son tierras para el águila, un trozo de planeta
por donde cruza errante la sombra de Caín.


Antonio Machado. Por tierras de España.






Rebaños de llamas en el borde del salar.

Y en los rediles. A muchos grados bajo cero.
El salar es como un inmenso mar de hielo en las horas vespertinas. Dicen que de noche se ven todas las estrellas del universo. Se intentó, pero el frío era tan intenso, y el riesgo de perderse rondaba la cabeza, que al final quedó pendiente.



viernes, 10 de septiembre de 2010

Salar de Uyuni II

En el Salar, hay algo más de 30 islas que dicen son de coral. En la principal, la Isla el Pescado o Incahuasa, crecen cactus durante cientos de años, alcanzando varios metros de altura, en medio de la nada.
Ahora, con el turismo, en esta isla ha abierto un café restaurante. Está a una hora de coche de tierra, y oscurece pronto, por lo que dicen que la gente se queda a dormir en el café durante unos dos meses.
Los perjudicados son una pareja de ancianos que, nadie sabe como llegaron, llevan viviendo en esta isla muchos años.



Las orillas del salar son de arena. En época de invierno, se levantar vientos que hacen que, cuando llegas desde dentro, no puedas avanzar. Además, todo cierra y nadie te da de comer o, aunque sea, abrigo. La pista tampoco se ve, por lo que los vehículos deben quedarse quietos esperando que amaine un poco. En esta ocasión, la electricidad se cortó durante tres días. Esto es lo que se ve desde dentro del coche.



Los pueblos del salar marcan la entrada con estas elevaciones, con el fin de que no se circule por donde el coche embarrancaría.



Es un lugar sagrado. La puerta da a una antigua chullpa en la que todavía se conserva una momia. La parte de arriba es un jardín de estatuas en las que una de las pocas personas que vive en este lugar del salar ha acumulado rocas con formas curiosas, además de trabajar alguna escultura.




El volcán sagrado, que domina el área; alrededor del mismo se han localizado varias tumbas sagradas con momias (chullpas). Viendo que los extranjeros, principalmente peruanos, las robaban, han juntado todas las momias en la chullpa principal.















miércoles, 1 de septiembre de 2010

Salar de Uyuni I

"Cuando Dios hizo el Edén pensó en América", decía el cantor. América, sin duda, ofrece paisajes increíbles, y una naturaleza exuberante y hermosa, aunque inhóspita, y en ocasiones, límite.
El Salar de Uyuni es uno de esos lugares. 12.000 km2 de desierto blanco, jalonado por un par de decenas de islas en medio de esa nada, con ecosistemas increíbles. Son 10.000 millones de toneladas de sal, en capas que suben progresivamente con las lluvias anuales, por lo que la explotación no afecta el entorno, al menos en apariencia.
El Salar está rodeado por pequeñas poblaciones, con modos de vida básicos, dedicadas al pastoreo de camélidos. Antaño, para ir de un lugar a otro tenían que bordear el salar durante varios días, cargando a las llamas. Cada llama lleva hasta 25 kilos de carga, si se pone más, se sienta y escupe. En estos pueblos son numerosas las chullpas conteniendo momias, pues hay varios montes sagrados (huacas) en la zona, como el volcán Tunupa.
Hoy, el transporte es en coche, evidentemente, si bien no exento de riesgos. No hay ninguna referencia en el Salar, y las brújulas no funcionan porque es la mayor concentración del mundo de litio (140 millones de toneladas, todavía sin explotar). Se necesita entonces un guía que sepa distinguir qué rodaduras llevan a donde, y mantener el volante recto. En otro caso, se pueden dar vueltas en círculo hasta quedarse sin gasolina, y morir de sed o frío en medio de la nada (para tener una idea de la superficie, es mayor que Asturias o Murcia).
Sí, el frío es intensísimo, y los vientos muy fuertes, especialmente en invierno. Sin embargo, en época de lluvias es zona de cría de tres especies de flamencos. Esta circunstancia, unida a que desde hace ya varios años existen varios hoteles construidos íntegramente por sal, convierten la zona en un lugar de extrema belleza y rareza.
Son las montañitas de sal sacadas de las piscinas para secar. La gestión de la sal se realiza siguiendo antiguas tradiciones de las que ya nadie recuerda el origen: cada familia tiene su parcela, pero para poder trabajarla tiene que contar con un hombre de más de treinta años; en todo caso, puede hacer que la trabaje otro y luego empaquetar y vender.



En medio del espacio, el viento helado arrastra un sombrero durante kilómetros.




Hay rutas más transitadas...



... y otras no tanto.