miércoles, 15 de diciembre de 2010

La penúltima excursión.


Domingo, día de excursión para conocer los increíbles alrededores de La Paz. La idea era dar una vuelta por el altiplano, cerca de parques naturales, para ver la cordillera, sus lagos y su fauna. Esto es a bastante más de 4000 metros de altitud y a más de 40 km del asfalto más cercano. El pueblo de al lado del asfalto queda por encima del Titicaca. En medio está la laguna de Tuni, y una aldea de comunarios, nosotros estábamos en lo que parecía el final del camino.


Después de un par de vueltas y de no encontrar el camino, fuimos tras de lo que parecía la ruta, pero en una mala maniobra, a menos de un metro del lugar por donde habíamos ya cruzado y estábamos de vuelta, hizo que embarrancáramos.



El intento fue ir levantando el auto con el gato, haciendo tope debajo con piedras, pero las 2 toneladas además de la flexibilidad de los amortiguadores lo hacían muy difícil. Era además época de lluvias y la caminata hasta Tuni parecía muy dura, no digamos hasta el asfalto. De repente, aparecieron a lo lejos unos ciclistas, parecía un espejismo. En realidad eran dos niños que vivían todavía más arriba. Poco a poco nos hicimos entender y supimos que vivían con su papá en unas casas más altas que no se veían, y tenía una moto. Por supuesto, el padre no bajó, así que me subí a buscarlo. Eran tres niños y el padre que habitaban en la casa de abajo. En el tejado hay huesos de llama, y a la derecha (no se ve) un horno. El lugar por lo menos estaba aseado.
Tras un rato de conversación convencí al padre, mediante contraprestación, de que me acercara en moto hasta Tuni, y sino, seguiríamos hasta el asfalto.

En Tuni encontramos a una persona que tenía coche. La conversación fue más difícil, ya que preguntaba sin comprometerse a nada, se reía: ¿cuántos son? ¿el auto es vuestro? ¿cómo fue?. Tras hablar en aymara con Eloy (el de la moto), dijo después de unos minutos que sí que nos llevaba. Subimos hasta el primer río, desde ahí caminé hasta el coche para avisar y quedamos con Eloy que nos guardaba el coche. En la bajada intentamos convencer a camioneros de que nos ayudaran a sacar el vehículo, pero estaban chupando y dijeron que no. Más vale.

Estas son la criaturas que nos salvaron inconscientes. No habían visto nunca una cámara de fotos y la música del MP4 les pareció extrañísima. De Eloy y el dueño del coche que nos bajó no tengo fotografías porque consideran que les puedes hacer brujería. Cuando me eché la mano a la cámara para fotografiarles me miraron con una mezcla de miedo y agresión.


Al día siguiente fueron con dos coches y arneses. Ni un milímetro.
A los dos días enviaron una grúa con un equipo de cuatro personas. Al principio los apedrearon, pensando que estaban robando el auto y porque decían que había habido una violación en la zona y estaban los comunarios reunidos viendo que hacían. Finalmente se pudo sacar tras varias horas.

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