domingo, 13 de junio de 2010

Transporte

El transporte en La Paz es una de las cosas que más sorprenden al recién llegado. Dada la orografía y situación, no hay metro. Los barrios se expanden en los huecos de las colinas, cada uno a su altura, diferente del resto: el sur está a unos 3.300 metros, el centro a 3.600, y El Alto (antes una zona, hoy el tercer municipio del país), a alrededor de 4.000.


Todo el transporte público es privado, la municipalidad no lo proporciona. Como en toda ciudad, encontramos el bus. La gente se suele montar cargada con lo que tenga que llevar, muchas veces muy voluminoso.





Además, están los minibuses. Aquí caben unas 14 personas: 2 delante con el conductor, y en la parte de atrás, 4 filas de asientos de los que dos son fijos y el tercero se recoge. Normalmente además del conductor va un vocero anunciando la ruta, que puede ir de pie si las circunstancias lo indican. Si no está suficientemente lleno, puede parar un poco en algún cruce esperando viajeros.





Finalmente, están los trufis. Son taxis comunitarios que hacen recorridos fijos como los minibuses. Todos indican el recorrido en los letreros del parabrisas, a veces el precio, y los trufis además marcan el recorrido con banderines de colores, más visibles.





Evidentemente, es más rápido el trufi que el minibus, porque se llena antes y entonces puede circular por el carril izquierdo. Si no van llenos, circulan por el derecho buscando pasajeros y anunciándose dando las luces.


Por supuesto, muchas veces se quiere bajar alguien que va al final del minibus, para lo que tienen que bajar y volver a subir todos los pasajeros que van sentados en los asientos desplegables. Si además es una mujer con niños, o una señora mayor, se organiza algo de "trancadera", impacientando a los que van detrás.


Como la geografía manda, en el código de circulación tiene preferencia el vehículo que sube la cuesta, frente al que está en el llano. Esto es importante, porque las movilidades o móviles (cualquier vehículo a motor) son algo antiguos, y la falta de oxígeno parece que dificulta la explosión del motor. Dicen que en la zona de los Yungas, que enlazan el altiplano con la zona baja, el sentido de circulación depende del lado de la pendiente: el móvil que baja va por el lado del precipicio, porque el que sube tiene menos visibilidad.

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