Venta.
En Bolivia todo el mundo regatea. Menos en el supermercado, se regatea hasta en las tiendas de ropa, por eso no han llegado las técnicas de márketing de "todo a 99" o cosas así. Por supuesto, el precio ya se pone pensando en la rebaja. Además, hay técnicas de venta locales dignas de estudio:
i) Mercado de frutas del viernes, que se mueve cada día a un lugar. Evidentemente, el que va es que es del barrio y además le gustan esas cosas. Después de comprar el equivalente a 17 euros, al pedir una bolsa, te cobran medio, por la bolsa, para que te puedas llevar la compra cómodo (las bolsas que dan normalmente no tienen asas).
ii) Mercado callejero de lo que sea. Se pregunta el precio del elemento en general, X, se busca, se prueba (si te dejan tocar, pues hay quien te pregunta si vas a comprar antes de que mires, para atenderte o no), y cuando vas a pagar, te dicen "justo ese es 2X".
iii) Restaurante en zona residencial y no turística. Sábado por la noche y vacío. Mientras cenas, alguien hace como que canta 3 ó 4 canciones a la guitarra. Cuando vas a pagar, te dice el camarero que el dueño pide 20 pesos por la música, que no has pedido, te ha molestado y no estaba anunciada.
iv) Taxis: antes de subirte, te preguntan el destino (si es que se paran si vas solo), y si no les conviene, o el precio que les ofreces no les gusta, siguen, aunque no haya nadie a la vista en toda la calle.
¿Y mañana? Mañana será otro día. Hoy, según el sapo, la pedrada.
Preguntas.
Nadie sabe nada. Nadie ha visto nada. Nadie conoce nada. Si se busca una calle, con un número concreto, se puede estar preguntando varias veces por la zona. Respuesta larga: no sé. La corta: mmmm. Al cabo de un rato ves que estás en la calle que buscas, y al lado del lugar concreto.
Mercados grandes, donde se vende de todo. Si se pregunta por el aseo tienes dos opciones. Respuesta larga: por allá (lo más parecido es un locutorio). Corta: mmmm.
Turismo.
Vaya a donde uno vaya, no va a visitar lo que quiere, sino lo que le dejan. Lo habitual es la escena siguiente: llegar al hotel, preguntar por las atracciones del lugar, y recibir la respuesta corta, o, como mucho, un folleto.
Va uno a Turismo, le asignan un guía, se le pide dónde se quiere ir y te dice que no se puede, que está cerrado, o lejos, o es tarde.
Al volver al hotel, se comenta con la recepción que no se ha visto lo deseado, sino otro lugar, y entonces te dicen: "Ah, pero... si está al lado nomás, y ayer estuve yo."
Viajando.
Va uno en coche, y en el peaje de la ciudad que sea, dices que quieres ir a un pueblo. Te mandan en una dirección que no te suena y en el papel del ticket apuntan en nombre del lugar que has dicho. Después de otros dos peajes (de carretera casi sin asfalto), y preguntar en cada uno, te cruzas (por fin), con un vehículo de frente. Se le para, se pregunta, y te has pasado 80 kilómetros (que son unas dos horas). Cuando vuelves a los peajes, te dicen que en el papel les pareció ver otra cosa, y cuando dices que les has dicho el nombre: respuesta corta.
Gastronomía.
La gastronomía local es típica de interior, con carnes sazonadas, picantes, y pescados de río. Lo interesante no es eso, sino que la espera media, en lugares buenos, ronda los 45 minutos. Y si vas a protestar al camarero, el amigo local te dice que te calles, que sino te pueden traer algo malo, otra cosa, o todavía hacerte esperar más.
Lógica 2: cuando llegué, me decían, "Ah, eres español, ostias", imitando el acento español. Y yo pensaba que se habían encontrado con gente muy malhablada...
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